Por Juan Carlos Rotter.
Convengamos que Los Fronterizos no hicieron un derroche de creatividad cuando largaron esta canción, pero sin querer queriendo nos dejaron un sencillo pero sentido himno que funciona ambiguamente según la ocasión vivida para todos los habitantes de esta querida tierra. Incluso para cualquier quincho a las tres de la madrugada. Un clásico leitmotiv que puede ser direccionado según la ocasión o de padecimientos o de euforia. ¡Cosas del doble discurso! Por suerte los tiempos cambiaron, nos han pasado cosas, hemos tenido gobiernos disimiles con resultados diversos, muchos crack de la política se han sucedido y como no solo se vive de recuerdos intentaremos encontrarle una actualizada significación a tamaño título.
En principio podríamos señalar que somos más. No es un detalle menor. La mirada sobre una provincia terminal se ha ido opacando en proporción a ese crecimiento y por ende en el fortalecimiento de la cadena de valor. Una clave puede estar en la gente que se integró a esta provincia con nuevos aportes, sin dejar de lado el recambio generacional que casi siempre aporta su granito de arena. Pero no está demás remarcar que en gran parte el motor de dicha reconfiguración estuvo impulsado desde el sector privado, donde la minería tuvo un factor relevante. La tierra además de sentimientos empezó a generar divisas en mayor escala motivando al estado provincial a convertirse en un administrador racional. Y bastante lo ha logrado, sin ir más lejos las manifestaciones sociales producidas hace pocos días en la provincia por la mejora salarial por parte de docentes y trabajadores de la salud no se podrían haber canalizado sin el respaldo de las sólidas arcas que puede mostrar el estado por el crecimiento de sus exportaciones. En las últimas casi dos décadas, el ordenamiento de las cuentas y un mejor ambiente para los negocios les han permitido a los últimos gobiernos un buen margen de maniobra para gobernar sin grandes condicionamientos.
El Estado ha venido funcionando para transformar de cierta manera la realidad de nuestro Ay San Juan, en su infraestructura, por ejemplo. Y esto ha sido posible porque la estructura económica ha sufrido cambios favorables con sus implicancias a lo social.
Sin embargo, los riesgos de no profundizar los cambios sobre los tejes y manejes de la vieja política siguen estando latentes. Continúan pendientes discusiones sobre la institucionalidad de la política, de su capacidad y eficacia en la gestión, de la necesaria participación de nuevos y mejores protagonistas. Por supuesto que a todo esto no excluye el debate por la puja entre conservadurismo o progresismo. Un estado sólido y con más mercado son las condiciones para seguir generando modificaciones importantes en las reglas de juego que nuestra sociedad está requiriendo. Solo desde la calidad en la gestión se podrán seguir desarrollando estrategias que apunten en la senda del crecimiento económico que permitirá achicar las desigualdades sociales cada vez más visibles. ¡Este Ay San Juan tiene que ver como es el hoy y hacia dónde queremos llegar!