Por Juan Carlos Rotter.
Ha llegado el momento en nuestro bendito país desde que la moderación dejo de ser un valor que hay que unificar criterios. Esto cabe para cualquier emprendimiento que se nos ocurra encarar. Inclusive para las próximas visitas al cuarto oscuro. Sobre todo, desde que la política del espectáculo llego para quedarse se hace obligatorio innovar en ideas y por qué no de imitar las fórmulas que han dado buen resultado. Un caso testigo, los grandes éxitos logrados por las legendarias figuras que supo brindarnos nuestra gloriosa televisión. Ya que los políticos hasta hoy han naufragado en la idea de ofrecer felicidad a un pueblo que se merece prosperidad, de tanto va el pájaro al canto, quien te dice que cambiándole el formato al negocio de unos pocos le encontramos la vuelta. La llave nos las ofrece el ultimo monarca del entretenimiento, el auténtico filosofo nac&pop, el celestino del General y Evita, perseguido político, el que se anticipó a Tinder, que más te puedo agregar estimado lector, te estoy hablando del Maestro Roberto Galán y de parafrasear con su máxima criatura: Yo quiero un buen candidato… ¿Y Usted?
Obviamente que esta puerta de entrada no tiene ni punto de comparación con la berretada que lanzo el Pelado Larreta del casting de vecinos para que se postulen como candidatos para el 2023. Si a esto se le llama renovación, sigamos con el tren fantasma que por lo menos ni te enteras de los improvisados que entran en la política como furgón de cola. Y de paso uno se ahorra un disgusto. La fórmula de Don Roberto hoy tiene más vigencia que nunca. Es garantía de transparencia, suspenso, centralidad, seguidores, movilidad social ascendente y lo más importante nos sale menos guita que el curro del Pelado.
¡Si la vamos hacer la hacemos bien! Los intentos de renovación de la dirigencia política fueron varios y con resultados disimiles. En la crisis del 2001, cuando estábamos besando la lona, a través de una campaña de marketing se lo intentó en vano y como consecuencia siguieron los mismos cracks de siempre alcanzando un record mundial, cinco presidentes en una semana y media. Si de remontar se trata solo podemos mencionar con relativo éxito la década del 90 con la aparición estelar de figuras del deporte y del espectáculo. Por ahí también se colaron algún amigo del barrio o pariente cercano alcanzando su minuto de gloria. ¡La argentina siempre se caracterizó por una tierra de oportunidades!. Por lo cual la adaptación de la genial idea de Don Roberto, además de una bocanada de aire fresco, podría ser superadora. El mecanismo es sencillo, se elige a través del voto y tiene que lograrse un acuerdo entre las partes intervinientes, si el mismo se produce recién ahí se formaliza el vínculo. Una genialidad. Claro que esto no sucede en la política y así estamos como estamos. En momentos que la clase política está más perdida que turco en la neblina y nosotros acostados, hay que recurrir a la inventiva. ¿Estamos todos y todas de acuerdo que la crisis económica que venimos padeciendo es producto de la crisis política no?. La política como la conocimos hasta ahora está agotada y la prueba más palpable es que arrastro a casi toda la dirigencia política. El país lleva décadas de inflación, de reiteradas crisis, con pobreza estructural y la política no ha llegado a compartir un diagnóstico y mucho menos de como enderezar la economía. Prima el desacuerdo básico que se alimenta de las aspiraciones políticas personales y de mezquindades. Solo que esta vez gran parte de la sociedad lo tiene en claro y lo está empezando a manifestar al desencanto y la angustia de distintas maneras. Un fiel reflejo de esto es la abrupta caída de la imagen de la dirigencia política en general. La mala imagen de los políticos ha ido en aumento en la medida que se han acrecentado los problemas económicos sociales de la sociedad. El divorcio entre la clase política y la gente es más que evidente. Se le debe a cada santo una vela. ¿Ahora bien, que es ser un buen candidato?
En principio, dirigentes políticos conectados con el resto de la sociedad. Este es el único camino posible para mitigar los impactos durísimos que la economía real de hoy nos está ofreciendo. Luego tener un plan que le permita a la argentina crecer. Saber gestionar para lograr resolver los reiterados desequilibrios que se han ido acumulando en el tiempo o al menos interrumpir el proceso de decadencia que el país viene produciendo. Por último, algo tan obvio y a su vez excepcional, liderazgos para los nuevos tiempos que corren. ¡El pueblo tiene la palabra!