El Vasco salto de la cama a las cuatro de la madrugada sobresaltado con la imagen del chanchito vacío en la cabeza y de solo pensar que unas horas después debía explicarle a la esperanza blanca del Nordelta que el gobierno se estaba quedando sin fichas y sin otra opción que empezar a dar señales de ajuste en el gasto, era el mayor desafío en la que se topaba en su extensa carrera. Si bien fue siempre un rustico y eficiente marcador de punta la misión no dejaba de tener sus riesgos. Está claro que estamos hablando del Vasco De Mendiguren no del Vasco Arruabarrena, ¿no?
No hay dudas que es un jugador de toda la cancha, te sale de la convertibilidad del 2002 con una pesificación o te entra por derecha implorando la llegada de los codiciados verdes en el 2022 sin despeinarse. Vamos a pasar por alto en esta ocasión el sobrenombre que Hadad le impuso en la bendita Tevé por aquellos tiempos y que aún le fastidia.
La cosa ya no da por andar cantando livianamente frente al espejo a lo Tita Merello “donde hay un dólar viejo Gómez” sino hacerle entender a la política la magnitud de la crisis en la que está envuelta la argentina versión remasterizada.
Dicen los que no lo quieren que después de lanzar tamaño sincericidio tiene que dar la vuelta a la manzana para no pasar por la puerta del Instituto Patria.
¡Pero como buen Vasco insisitidor blanqueo a los cuatro vientos que de lo que se trata es de llegar con suficientes dólares en el Central para las elecciones y si encima puede mojar El Pollo, profesionales gracias!
Que otra cosa quedaba después de veinte años de rosquear juntos que ir de frente y explicarle que como venía la mano estaban en caída libre. Pero el amor a la camiseta es más fuerte. Si engancharon un club de barrio fundido y sin futuro y lo llevaron a primera con varias cucardas encima por que no soñar con un nuevo batacazo. Hizo calentamiento a la orilla de la cama, se empilcho de primera como siempre y salió a encarar al movilero de turno: ¡Estamos desesperados por los dólares!
Misión cumplida la muchachada Todista se acababa de desayunar por los medios hegemónicos que estaban al horno.
Sin entrar en comparaciones odiosas había que empezar a asumir que vivimos con la ñata contra el vidrio en cuestión de transformaciones políticas y económicas. La argentina no tiene idea de a dónde ir y además incapaz de discutir los dilemas que padecemos, muchos de los problemas tienen su raíz en el enorme déficit presupuestario que tiene nuestro país. El modelo económico que venimos sosteniendo con idas y vueltas está basado en el gasto público y los subsidios para impulsar el consumo interno y de ahí no despegamos.
Pero claro Cristina y los muchachos de la versión actualizada de la juventud maravillosa entienden otra cosa. Este es el capítulo final de la estratégica zaga del “Con Cristina sola no alcanza, pero sin Cristina no se puede”.
Los Renovadores saben, aunque disimulen, que la falta de consenso dentro del gobierno socava los esfuerzos para restaurar el mercado y la confianza pública para encontrarle una salida a la crisis. Con el diagnostico en el bolsillo de que la argentina vende barato y compra caro igual empujan. Por lo cual siempre hemos gastado más de lo recaudado durante muchas décadas.
Si bien se considera un país con altos niveles de desarrollo humano, la pobreza y la desigualdad son desafíos persistentes que tendrá que lidiar el que se siente en el sillón de Rivadavia el año próximo.
Hay un par de cositas que no deberían perder de vista la escuadra Tigrense. Una que los dólares escasean por la inflación, otra que el Banco Central debería dejar de financiar al tesoro y finalmente tener presente que en el último mes las berenjenas aumentaron el 232%, los zapallitos el 685% y el suavizante de ropa 187%.