Por Juan Carlos Rotter.
La realidad le dio la razón el 51.3% de los votantes se despertaron y le dieron un batacazo que ni en sueños se lo imagino. La transición comenzó el mismo domingo entre brindis y unos sanguichitos de miga cuando recibió la llamada de nuestro Wado del deporte para informarle que el velódromo estaba a su disposición y debidamente cancelado para que pueda ir calentando al equipo. La alegría fue inmensa porque hay algunos muchachos que están fuera de estado y necesitan urgente entrenamiento. Termino la campaña y el cuerpo lo sabe. Logró traspasar la línea de llegada, ya es figura nacional por sacar de la pista a ex
compañeros después de 20 años de competencia en todo terreno, pero ahora la realidad indica que este nuevo oficialismo deberá ser riguroso a la hora de planificar la nueva competencia. ¡Gobernar!
Los tiempos que se avecinan y la necesidad de estar preparados para enfrentar un futuro que empieza a dar sus señales así lo ameritan. En primer lugar, hay que empezar a seleccionar a los corredores. Sin herir susceptibilidades hay algunos anotados que no están ni para correr una tortuga. Hay otros que tienen que pasar un ratito por lo de la Difuntita y agradecerles que se los siga tomando en cuenta. Seguramente la lista de aquellos que pasan a ser prescindibles ya está hecha con anterioridad al día de la epopeya electoral. Y los que crean que están en condiciones de que se los tome en cuenta tendrán que empezar a ponerse a punto en doble turno en el Chancay. Hay que hacerle entender a la militancia que una cosa es que nos hayamos gastado unos buenos mangos para darnos un lujito y otra es bancar matungos en la pista. Dicho lo importante ahora vamos a los bifes.
Las próximas gestiones gubernamentales se van a topar con un nuevo escenario que tiende a la baja en el gasto público. Algunas cosas se podrán hacer y otras por lo menos en el primer año de gobierno estarán en standby. Esto tirando mucho optimismo. En principio vayamos prendiéndole velas a San Lorenzo, patrono de la minería. Y después rogar que los nuevos competidores traten de hacer en lo posible las mínimas chambonadas. Esa es la hoja de ruta.
La discusión política sobre quien será el líder indiscutido de la oposición con quien se tendrá que negociar dejémoslo para otro momento con un asadito y un buen vino sanjuanino de por medio. Existe otra pregunta más profunda al respecto y es la que estamos esperando sobre todo a partir del resultado electoral. ¿Cuál será el plan que postulará Humberto Marcelo para estos próximos cuatro años?. Los tiempos políticos por venir no son justamente de aguas tranquilas luego de la desangelada gestión de gobierno del Frente de Todos. Los gobernadores tomaron nota de lo que podría pasar con ellos si continuaban mirando la película pasivamente. La crisis en el peronismo adelanto las elecciones en la mayoría de las provincias. Ahora el mayor anhelo esta puesto en lo que suceda el 13 de agosto y en el afán que si la política se ordena se ordena la economía.
Todo tiene que ver con todo y el panorama está fuertemente influenciado por los desequilibrios que tiene la economía argentina. Paradójicamente las provincias cuentan con un valor agregado de vital importancia no solo para sus propios intereses: los recursos naturales. Aquí radica la fortaleza de los gobiernos provinciales que están dentro de este encuadre.
También se puede entender por qué nadie aun le soltó la mano a la argentina sumando el fracaso de este gobierno. San Juan tiene una gran oportunidad en este sentido. Este será el desafío de esta nueva gestión. Incidir con presencia política en el escenario nacional a través de su dirigencia política y para ello deberá proveer los mecanismos necesarios para que se promueva una verdadera renovación de sus representantes. Sobre todo en calidad. Amén de lo que arrojo el resultado electoral, del acierto en la estrategia consagrada que evidentemente los votantes compraron, Humberto Marcelo Orrego deberá jugar su carta de mayor envergadura. Habrá manos que gane y esperemos menos que pierda. Pero él es el encargado de repartirlas.