Por Juan Carlos Rotter.
Hace 60 años Fidel Castro pronunciaba su célebre frase “Patria o Muerte” para arengar a su pueblo ante las amenazas externas hoy cada vez más cubanos enarbolan un nuevo lema “Patria o Vida” que marcan los nuevos tiempos inmersos por una fuerte polarización política además de las penurias económicas y sociales. La izquierda peronista de los 70 con su versión “Perón o Muerte” también hizo abuso a gran escala de ella y para hacerla más cercana corría 1988, un año bisagra para nuestro país, la banda de rock Don Cornelio y La Zona también coqueteo con la misma idea. Con lo cual podríamos afirmar que tanto como para prevalecer o para imponer pareciera que la vigencia al menos desde el relato sigue estando latente. Aunque ya nadie muere en la víspera. Lo estrafalario de la actual administración de Los Fernández ha llevado a que el peronismo entro en fase cortocircuito con sus bases electorales obligando a cada cacique territorial se juegue por la individual con el siempre vigente lema sálvese quien pueda cuando las papas queman. Siguiendo un poco esa lógica Uñac realizo la lectura que pudo o que supo y no se puso en contramano de esa realidad. Por ahí podemos empezar a entender por qué a comienzos de este año decidió embestir contra las P.A.S.O en la provincia. Aunque en lo nacional la variante siga girando sobre el mismo eje. Se podrá discutir si los tiempos políticos eran los aconsejables o si hubo estrategia para instalar la debida discusión, lo que si quedo en evidencia de parte del primer mandatario provincial fue la imperiosa necesidad de ocupar el centro del ring. A posteriori no tardó en aparecer sobre la superficie la desconexión entre el deseo y la acción del hecho político en sí mismo. La imposibilidad de debatir el sistema electoral que la provincia adoptaría en el futuro debería haberse producido por los canales institucionales normales no por la vía judicial.
Y aquí surgió el primer síntoma trastocado de cómo está funcionando la dinámica política en nuestras instituciones. La oposición apareció en el lugar menos pensado, en el propio oficialismo. La real oposición que se mostró dubitativa en el ámbito indicado para encauzar la discusión termino siendo un mero cronista de los hechos. Enredada en la disputa de la interna justicialista y expectante luego del designio judicial. El gobernador Uñac que participo a lo largo de su carrera política en una sola interna partidaria que fue justamente hace poco tiempo (2020) donde termino ganándole a su mentor, el hoy diputado nacional Gioja, lo que le permitió adueñarse del control total partidario. Este pergamino bastaba de sobra para mantenerse por arriba de una batalla planteada a destiempo, pero opto por involucrarse directamente en el planteo de un cambio en las reglas de juego del proceso electoral. ¡Habrá que ver si esto tiene costo alguno o no en la sociedad sanjuanina!. Quizás condicionado por el futuro incierto del PJ nacional en el 2023, quizás por el deseo de hacerle llegar la jubilación anticipada a Gioja, lo cierto es que las heridas producidas dentro del propio partido aún son difíciles de medir con vista a la próxima elección. El planteo ameritaba un canal de debate y de acuerdos de toda la clase política. No son pocos los dirigentes políticos con cierta autonomía en reconocer que las P.A.S.O son una herramienta política que viene funcionando contra natura de la esencia por las cuales fueron creadas. Hay algo concreto que no se puede soslayar. La ley de Lemas es la peor opción. No solo no soluciona nada, atrasa. Es un retorno a los noventa diría la muchachada de La Campora. Para hacerla cortita, de lo que se trata es de hacer coincidir la elección primaria con la general. Pero hay más, la ley de lemas produce milagros: ayuda a ganar a un candidato que no votamos. Dicho de otro modo, el ganador no es el candidato más votado sino el candidato más votado del lema más votado. ¡Es como el juego del gran bonete, pero en tono político!. Ni hablar de que tampoco evita el internismo partidario, ni las listas sábana, ni el tren fantasma “sublema”, ni se minimizan los costos de las campañas electorales. Es un sistema que mata el contenido político a las disputas electorales.
Lo que si permite es la aparición de un formato al estilo la Casa del gran Hermano, un mercado persa de candidatos, que solo exige aportes económicos y de publicidad para que al menos la sociedad conozca el festival de candidaturas que ofrece este sistema.