Por Juan Carlos Rotter.
Lo tiempos que se vienen no serán un lecho de rosas. Un país que se empobreció teniendo riquezas es un fenómeno muy inusual. Pero todo ha sido posible en esta bendita tierra. Hemos tenido cada prócer sentado en el sillón de Rivadavia que mama mía, ni que hablar en el ministerio de economía con descubridores de la pólvora augurándonos pronto arribo a tierra prometida y a la vuelta de la esquina nos dejaron contando solo pelusa en los bolsillos. Aquí va un sentido homenaje al de los ojitos claros. Que nos llegó abrir los ojos que un dólar nunca fue, ni será un peso. La argentina por aquellos años comenzaba a marcar una tendencia que nos terminó resultando muy cara. La política gasta más de lo que recauda y las consecuencias nos han costado un ojo de la cara. ¡Hay que salir a pedir prestado!. Concentrarse solo en el aspecto económico para entender la debacle puede sonar algo injusto. Ni con viento de cola ni con viento de frente supimos encontrarle la vuelta. Ni con guita en el banco central ni mangueando con creatividad. Y aquí estamos, todos haciendo proyecciones sobre un presente que aprieta y un futuro con incertidumbres por no decir riesgoso. La actual indefinición sobre los posibles candidatos presidenciales para las próximas elecciones y con ello de quien y como se tomará la manija de la economía nos quita un poco las ganas de dormir para ser honestos. Habrá que prepararse para prender un par de velas el 14 de agosto y el 11 de diciembre con los resultados en mano. Para colmo apareció el León de la Metro criollo metiendo el tema de la dolarización y los muchachos que tienen la mosca empezaron a poner el freno de mano sutilmente como para que no se note tanto. Y otra vez a la misma cantinela. Las correcciones devaluatorias. Por consiguiente, la gran mayoría de nosotros estaremos a la puerta del horno y a rogar que el estado tenga una moneda para que nos pueda tirar una anchoa y poder bancar semejante parada. Un detalle para nada menor el próximo presidente tendrá que venir con un plan económico concreto y explicito que nos haga dejar atrás al menos algo de las penurias que los “capitanes de la derrota” nos dejaron de seña. Ya intuimos que la situación en un futuro cercano va a ser difícil; inflación, escasa credibilidad, caída de la actividad económica, crecimiento acotado y crédito limitado para el accionar del próximo gobierno en la tarea por enderezar el barco. Tan rápido paso todo que nos cuesta asimilar el descalabro. La sarasa de Martin que nos estuvo entreteniendo un buen tiempo en cada ida y venida al FMI, la ingenuidad de la griega Batakis cuando nos prometía desde Nueva York que no se iba a nombrar a nadie más en el estado y luego la llegada del Bombero de Tigre que nos venía a salvar del incendio y resulta que al final se trató de agarrar una papa caliente mientras sus compañeros de ruta se escondían debajo de la cama. Sería bueno aclararlo con nombres propios porque arriba del escenario son todos inimputables. En este caso queda exceptuado el enmascarado llanero solitario Alberto que anda inaugurando lo que venga a mano por cualquier lugar del ispa. No lo dejan ni subirse al banquito. Al menos siempre nos brinda un exquisito meme para la alegría de todos y todas. No hay caso se lo mire por donde se lo mire, estamos condenados al éxito, como decía el Cabezón de Banfield, el artífice de la última mega devaluación.
Muy mordaz estas Ruso