Los problemas de la politica.

Por Juan Carlos Rotter.

No se puede negar que los debates presidenciales son una herramienta eficaz para atrapar incautos o almas bellas desconcertadas. Funcionan como un buen llamador para intentar cobijar en su nido o terminar de ahuyentar a posibles acompañantes. En concreto todo lo que ayude para mantener encendida la llama de la “casta” bienvenido sea. Con un escenario político de tanta paridad este primer debate de octubre puede
empezar a desequilibrar la balanza. Se espera que impacte sobre todo en aquellos 11 millones de argentinos que le dieron la espalda a la política en las primarias. Que son sin dudas los que terminaran exponiendo las diferencias entre los tres precandidatos con posibilidades reales con final abierto. ¿Esto significa que la mediatización del debate puede cambiar el humor de la sociedad en general? No. Sobre todo, cuando venimos escuchando lo que están ofreciendo los candidatos, títulos con fuerte impacto, de futuro poco y nada. Lo que no se puede negar es que en estas instancias el significado de estos debates en los cuales se terminan jugando muchas cosas ante los altísimos niveles de audiencia que producen. Por lo general el que más riesgo corre es aquel que va primero en las encuestas. Hoy las encuestas están muy ajustadas con lo cual seguramente como estrategia a utilizar por los candidatos a presidente no será muy distinta a la que se vio desplegada en el debate de los candidatos a vice. Por el peso de la categoría presidencial se supone que esta vez deberá ocurrir para producir un clima favorable al “cambio” de la opinión pública será lograr más espontaneidad y menos coucheado. No será tan fácil con el actual clima social sacar a los votantes del encierro en el que se
encuentran. Sin embargo, una salida airosa por parte de los candidatos con mejores posibilidades consolida su imagen con vistas a la elección general. Lo cierto es que pareciera que estamos frente a un cambio sustancial de nuestro tablero político. Las elecciones que se vienen realizando en el país lo vienen insinuando. Los partidos políticos han sido reemplazados por liderazgos personalistas y los espacios salvo por sus militantes se encuentran vacíos. El fenómeno más relevante que estamos observando por estos tiempos es la apatía de los jóvenes, que son un porcentaje
significativo, y que han optado por otros espacios sobre lo político. Habrá que ver cuánto inciden.
Esta es una señal de que el sistema político no viene funcionando como debería. Se alejó de la realidad social por lo cual los ciudadanos esperan menos soluciones de parte de los políticos. Los observan, pero no confían mucho en ellos. Con lo cual se podría decir que el tema es más profundo que un problema de liderazgos. Esta secuencia de debates presidenciales puede transformarse en un punto de inflexión para ordenar la discusión sobre el gasto público y la necesidad de producir mucho más que tiene la argentina. Por ahí terminamos con el cuento de las miradas opuestas sobre los porcentajes del PBI como si el problema de estas elecciones fuera solo cuestión de porcentajes. La semana que paso terminaron enredados en esta polémica Cristina y Milei como si este fuera el único problema de la economía. La argentina no necesita romper toda su organización económica para hacerla más eficiente. Tampoco es viable y menos seguir gastando por encima de sus posibilidades. Los candidatos tienen la posibilidad de empezar a esbozar como salir de este laberinto a partir de estos eventos. Mientras estos no consigan una forma de reconectar con los votantes brindando expectativas distintas lo que atraerá el voto será simplemente una salida de escape.
¿Que pretende un argentino hoy? No está muy claro. Cada candidato hace su propia lectura. ¡Lo concreto es que el 22 de octubre empezaremos a saberlo!

Los problemas de la politica.

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