Por Juan Carlos Rotter.
Tanto en las formas como en el fondo la acción política es la misma de siempre los rituales son como obvios y hasta previsibles. No existen las grandes sorpresas y la dirigencia en general lo tiene en claro y no pretenden en lo más mínimo cambiarlas. En
época de campaña política los partidos políticos vuelven a transitar los mismos caminos y lo único novedoso es la aparición de recicladas mañas. Es cierto que el público se renueva. Y que la gestión política es mucho más que eso. Pero hoy la política son fotos. Sin error de equivocaciones la más explotada hasta el momento es la voluntarista “me
reuní”. Una manera de contar de nuestros dirigentes que están preocupados por resolver lo que no se ha hecho hasta ahora o una aceitada simulación que tiende a expresar la decisión de revertir tal situación por el solo hecho del encuentro. El “me
reuní” de ahora vendría a ser como el “arma una comisión” de otras épocas. ¡Y vamos viendo!
Para ser sinceros, esta engaña pichanga es utilizada por casi toda la cadena de valor integrada en el arte de la sarasa.
Como para tratar de ir aclarando el panorama en esta política contemporánea hay que desenganchar lo que se entiende entre política en modo campaña y la política en el aquí y ahora. La lógica no es la misma. En las campañas prevalece el fundamentalismo, se festeja el desparpajo, mientras más destreza se imponga para vender caramelos de madera mayores son las posibilidades
de conseguir compradores. Pero la lógica del gobierno responde a otras virtudes. A la ética de la capacidad y de la responsabilidad.
La gestión política promueve la capacidad para tender puentes, forjar acuerdos, imponer la innovación permanente. Y esto de alguna manera obliga a reconocer limitaciones y a construir confianza. Es la única manera de salir para adelante.
Para el abrazo y el beso están nuestros “muchachos y muchachas” artistas y deportistas que nuestro país produce de sobra para que nos sigan enamorando. Aquí está el verdadero sabor del encuentro. Con quien si se tuvieron que reunir en serio y armoniosamente los distintos actores fue con el Ministro Massa, el bombero convocado para apagar el incendio, sobre todo de
aquellos que pretenden seguir teniendo continuidad política y supervivencia económica. Mientras lidia con la inflación, surfea la falta de dólares, ajusta las cuentas fiscales, distribuye la escasez, esconde su apetencia política y repite a quien quiera escucharlo
que la responsabilidad de que la economía no naufrague es incompatible con una candidatura presidencial, es el que está articulando la gestión económica con la campaña 2023. Sin orden político, no hay orden económico sopla a los cuatro vientos el encargado de sacar conejos de la galera y que se mantengan con vida las posibilidades de realizar unas
elecciones competitivas en el variopinto arco oficialista. En este ir y venir existen tribus en su interior que tienen que disimular la tragada de sapos que esto ha ocasionado y por otro están los gobernadores que creen que esta cierta estabilidad puede allanar triunfos electorales en las provincias que controla el Frente de todos.
Incluso en un escenario de ajuste, si hay recursos para obras públicas y de transferencias automáticas la cosa cierra. ¡Después, que importa el después… canta el gran Roberto Goyeneche en el tango Naranjo en flor!
La mayoría de las provincias tienen sus cuentas en orden y los empresarios de la obra pública esperan que el sector juegue fuerte de cara a las próximas elecciones y compense lo que no llegara desde Nación. Todo ayuda, aunque haya menos. Todos
ganan como en la perinola. Las fotos no reflejan la realidad son solo un momento y nada más. Esto lo saben varios
de los caciques provinciales y cuidan de mantenerse ajenos a la pelea entre el albertismo y el kirchnerismo mientras ven como la oposición se dispersa. Ambas realidades juegan a favor de los gobernadores. ¡A quien si le disparan para no reunirse es al Presidente Alberto Ángel Fernández, sobre todo los propios, a veces tanta indiferencia funciona como un boomerang!