Nada es lo que parece.

Por Juan Carlos Rotter.

Hay dos noticias que se asoman en el horizonte de Juntos por el Cambio. Una buena y otra no tan buena. La primera es que la sociedad argentina se ha corrido al centro derecha. Las elecciones que se vienen realizando hasta el momento están dando esas
señales. La segunda es que Sergio Massa se puso en el bolsillo a Cristina y es el adversario a vencer con inflación incluida y todo lo que conlleva el ex Frente del Titanic. Un contrincante recargado es un hecho que no puede ser tomado a la ligera sabiendo que
en el peronismo nada se pierde, todo se transforma.
Hay otro detalle que podría resultar peor aún y es que la muchacha de la franquicia del Gato se termine pasando de rosca y se pongan la calesita de sombrero. La feroz intern entre sus dos grandes paladines no solo pasa por quien se queda con el negocio llave en mano sino en cómo llevarlo adelante llegado el caso de sentarse en el sillón de Rivadavia.
¡Una se quiere comer a los chicos crudos y el otro a baño maría! El que se equivoque menos de los dos de aquí hasta las PASO seguramente tendrá mayores posibilidades de llegar. No hay que olvidar que el voto que acompaña o puede hacerlo a cualquiera de los dos es más independiente, no se casa tan fácilmente, contrariamente a lo que sucede con el de su adversario político. El voto de Juntos se juega día a día. Deberían prestarle atención a lo sucedido en San Juan que salto del 41% al 51%. Es un dato para tener en cuenta. A decir verdad, la política argentina es una cantera inagotable que produce hechos que sorprenden. Siempre aparece una perlita que nos muestra que somos diferentes. Sin ir más lejos lo que viene sucediendo en el reino de Gildo. Un territorio sumergido en la pobreza y el tipo gana siempre de mínima por el 70% de los votos. Y además recibe los halagos de las autoridades de más poder en el país. Lamentablemente dentro de poco nos quedaremos sin el presidente que nos ha entretenido más que Piñón Fijo o Diego Capusotto según en qué lugar de la grieta se encuentre. Hay una teoría que dice que Alberto nos emboco a casi todos. Salvo a los que lo conocen desde cuando vendía seguros. El Albertismo siempre fue una fuerza política unipersonal que factura como monotributista. Sin ninguna duda el bloopers del año fue protagonizado por la muchachada de la revolución imaginaria. El candidato que bancaban hasta que hablo Cristina. No llego a subirse al ring después de hacer varias horas de bolsa, sparring incluido y con los cortos puestos en el vestuario. Lo termino comiendo por derecha un “macho alfa”. (Aclaración, el cupo femenino tiene exclusividad al menos por el momento). Muchachos ahora nos volvimos a ilusionar. No te lo puedo explicar por qué no vas a entender. Los gobiernos que perdimos cuantos años los llore. Con Horacio, con Sergio, con Patricia y con Javier vamos a intentarlo otra vez. Una vez más la polarización será el ordenador de las internas. Una ciertamente ficticia y la otra de la realpolitik pero que en definitiva en la primera vuelta puede alinear al voto opositor. Solo una eventual polarización con Massa, es decir con el Kirchnerismo, se podría terminar votando al candidato de JxC aun el menos deseado llegado el caso. Podríamos comenzar intentando con resolver el viejo cuento de los funcionarios que practican negociaciones incompatibles con la función pública, pasándolo al idioma criollo vendría a ser la hermandad entre la política y la justicia. Luego podríamos seguir con la ilusión de la recuperación económica para los sectores medios y menos favorecidos. Podríamos terminar ilusionándonos que alguno de los candidatos se termine haciendo cargo de la tragedia educativa que vive el país y abandone la práctica de los enunciados de las buenas intenciones. Con que algo de todo esto se cumpla, algo habrá cambiado.

Nada es lo que parece.

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