Siempre detrás de la liebre.

Por Juan Carlos Rotter.

Qué paradoja para un país que se caracteriza por la cantidad y calidad de los caminadores que tiene en su haber a lo largo y a lo ancho de su territorio y a la hora de las definiciones nos encuentre cada vez más lejos de la meta. Es tan asombroso el hecho en sí mismo que se vuelve casi increíble pero lamentablemente es real. Uno puede entender que se hace complicado contener el precio de la lechuga, el pollo o los huevos de gallina, pero estar casi un año con la milonga de las PASO es como mucho. Sobre todo, cuando casi todos ya nos dimos cuenta que la onda va por otro lado.
¡Salvo nuestros gobernantes!. Esto es revelador cuando miramos a nuestra clase dirigente rápidos para los mandados, pero lenteja para resolver los problemas del país. Un caso testigo, dramático, por cierto, la política sin partidos o con viejos partidos políticos fracturados. Mientras nuestros paladines están ocupados en cómo seguir abonando su propia quintita. Por ahí podemos entender la despolitización de parte de un sector importante de la sociedad. O lo que empieza a reflejarse en la caída de participación popular que vienen sutilmente marcando las últimas elecciones. O peor aún por los últimos acontecimientos que estamos observando provenientes desde varios ámbitos por parte de sectores antisistema, de desilusionados por las reiteradas promesas incumplidas, del incremento en las movilizaciones por la desesperación a la pobreza o simplemente de aquellos que se sienten traicionados por sus dirigentes. Se mire por donde se mire los resultados demuestran que estamos llegando tarde a todas las urgencias. Es difícil por no decir imposible mirar el futuro desde ese lugar, ¿no? La gente quiere laburo y la política tiene que brindar las condiciones. Solo una economía sana está en condiciones de ofrecer las oportunidades necesarias. Todo tiene que ver con todo, pero el crecimiento no aparece. Estamos estancados. La argentina tránsito por todas las etapas políticas que ni Walt Disney se hubiera atrevido imaginar. La falta de un compartido proyecto país nos condujo a esta casi extrema polarización que estamos padeciendo intoxicando a una sociedad de antinomias y que logro producir el desprestigio a la política y a toda su clase política de manera inquietante. Y metiéndonos en lo económico con menos de los caracteres que exige el famoso pajarito Larry Twitter damos abasto. La hiperinflación de Alfonsín, pasando por la inflación dibujada de Cristina, la alta marca del 53.8% de Macri hasta llegar a la imparable del Capitán Beto podemos entender más cabalmente porque estamos como estamos. ¡La inflación es el dedo en la llaga de la desigualdad cada vez más pronunciada que vive la argentina desde hace décadas!. El índice de precios cada vez más alto encoge los ingresos de las franjas más pobres, rehenes o de la informalidad o al desempleo. Ese círculo inadmisible es el que explica el aumento de la indigencia según la última medición del Indec. El estado debe ocuparse y garantizar la salud, educación y seguridad esa es la función de un estado de bienestar. Los países que pudieron desarrollarse se ocuparon de estopagando los costos políticos necesarios para lograrlo. Nada es gratis. Alguien siempre
paga. Estas próximas elecciones serán las más competitivas desde el regreso a la democracia. Todo está en la mesa para ganar o perder. La argentina tiene todo para estar en un lugar distinto al que está, pero claro necesitamos de una dirigencia política que deje de correr detrás de la liebre. Para lo cual es necesaria mayor racionalidad y estabilidad para dejar de desaprovechar oportunidades.

Siempre detrás de la liebre.

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