Por Juan Carlos Rotter.
Sinceramente se nos hizo lunga, pero tuvo final feliz. Ya no importa contabilizar el tiempo que la muchachada por la liberación o por la recaudación se venían mostrando en los medios de comunicación con el clásico pucherito por su ausencia. El reclamo para que saliera hablar Cristina en medio de la debacle fue conmovedor. Bien valía la pena tanta espera. Para tranquilidad de estos nobles corazones solitarios no solo reapareció un sábado de primavera para hacerles el correspondiente arrorró y de paso para no perder la costumbre sorprenderlos. Los madrugo nuevamente y los despacho en calma para las casas. Una madre nunca abandona a sus críos y menos en medio de una confusión existencial que abruma.
En este contexto debe entenderse cuando les dijo mirándolos a los ojos: “querer vivirbien no es de derecha”. Lamentablemente un derecho que ha dejado de ser adquirido y transformarse en perdido, pero esta es otra cuestión. En esta oportunidad para dirigirse a su público eligió un formato distinto al habitual, descontracturado, con buena onda, fuerte, arriba y al medio del arco. En la era del voto emocional no se puede andar con medias tintas. Para que se entienda concretamente, les estaba hablando a sus jóvenes. A los que estaban presentes y a losque se fueron. Los fieles de paladar negro solo asentían con la cabeza, todo un clásico.
El discurso de Cristina fue tan medido esta vez que las crónicas casi ni se ocuparon en prestarle cobertura. Alguna vaga mención al pasado, ósea Macri, la correspondienteclase magistral y describiendo que el plan motosierra proveerá más esclavos que nunca. Sin dudas la parte más glamorosa fue cuando lo tiro de bajo del camión al Capitán (RE) Beto y pondero la valentía del Ministro de Economía que denuncio al FMI de obligarnos a devaluar. A buen entendedor pocas palabras. Alguna justificación había que entregarles al 40% de pobres y a una clase media, que de media le queda menos. Saltando y brincando al ritmo de “tenemos con quien, tenemos con que”, aviso para aquellos desprevenidos no se trata de una canción de Ignacio Copani, la muchachada se fue retirando del reencuentro que les hizo volver el alma al cuerpo. Ahora todo tenía
sentido. Hay que votarlo a Sergio sin culpas, con fe, con esperanza, siempre para adelante. ¡Al grito de habemus segunda vuelta! Lo que no quedo muy en claro fue el momento en el que pidió perdón la segunda jefa espiritual del movimiento. Era tal la algarabía que se hacía difícil encontrarle una explicación al mismo. Pasado el asombro, se dio por hecho que si tendríamos que perdonarla por lo Capitán (RE) Beto las palabras estaban demás. Entendimos que había que sacarlo de la situación de inquilino en la que estaba y ayudarlo a llegar con la casa propia. Se lo tenía merecido por el aporte realizado a la causa en la campaña del 2019. Sin su presencia seguramente hubiera sido imposible empaquetar al 48.24% de los votantes. Como decía la publicidad de aquella afamada marca de televisores, caro pero el mejor. Vaya si nos salió caro. Lo mejor es que llegamos al 10 de diciembre con él en el comando sin necesidad de tumbarlo. Los que esperaban que la reaparición de Cristina fuera para quemar naves se comieron el alambrado. Solo se trató de agregar otro capítulo a la trama y de no seguir cometiendo el error de continuar agrandando al moustrito. Ya habrá tiempo de conocer si la herencia que recibirá el próximo Presidente será más delicada que la del 2015 o la del 2019. No hace falta decirlo, ya tenemos más problemas que la familia Ingalls.